TU amor ha despertado en mi una ternura que creí imposible, enseñaste a la leona comer hierba y adaptaste unas alas a la incapacidad de mis piernas, permitiéndome volar entre fragantes rosas cuyas espinas son mas suaves que el algodón. Eres el amor, mi amor, aquel del cual huí tantas veces, pues Tu luz admirable descubría mi desnudez, mi vulnerabilidad... mi mortalidad. Pero ahora atrapada en Tus brazos, sin escape posible, agradezco la plenitud de Tu amor incomparable, del cual ni la muerte podrá arrancarme, aunque mis huesos queden reducidos en polvo, por la ausencia del espíritu que pusiste en mí.

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