Mi corazón palpita delicadamente,
mientras lo sostienes en Tus manos,
aquellas que lo limpiaron,
lo sanaron,
y lo cubrieron
con una primorosa mantita de nuevos sueños,
los cuales fueron sembrados a costa de Tu sangre
cuando me diste vida eterna y libertad.

Ahí... en Tus manos... te sonrío.

Comentarios

Entradas populares