Abrazada a mis olvidos
 y desencantos,
susurro un nombre vacío
que se pierde en el espacio
donde emanan dolores,
y sinsabores,
que se confunden en la incertidumbre
de mis retrasos;
 y crean remolinos,
que en los albores de una mañana,
 no vencen mi negra noche.

¿Donde quedaron aquellas flores obsequiadas,
a un corazón entregado al nihilismo?
Al lado del descrédito
y desconfianza
que da lugar la aceptación,
de un tiempo sumergido,
en el opulento conformismo.

Y nos extraño,
nos busco,
sin resultado;
Nos hemos convertido en islas,
naciones,
con lenguas distintas,
latiendo en
un mismo corazón.

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